Historia del clan Victoria

De entre una bruma espesa pero blanca y que cegaba los ojos por su resplandor surgía una voz que decía con un grado admirable de serenidad…

- Deberás ser sabio en tu andar, deberás conocer todo lo que ignoras de la vida… Será tu destino desde ahora. Conocerás las derrotas y la gloria, sabrás la pena de ver derrotado a un amigo, pero debes siempre seguir adelante y brindar todo lo que mejor puedas hacia los tuyos… Desde las tinieblas nacerá un régimen malvado y eres el encargado de sobreponerte a ellos y reinar con blanca luz sobre los pagos y dominios de Randol.

Repletaba mis pulmones de resucitado aire, como si estos no hubieran probado nunca el dulzor de la brisa de la mañana. Miré a mi alrededor para tratarme de explicar qué era lo que había pasado, más yo sabía que no había sido un simple sueño… Noté entonces que desde ese día comenzaría una cuenta regresiva para todo el continente de Osiris y que sería yo el único responsable de su destrucción.

Emprendí un viaje desde las lejanas tierras de donde había nacido, y quizá en el fondo de mi subconsciente sabía que sería interminable esta odisea. Tomé mis ropajes y armas, para ir en busca del reino de Randol... me encontré con curiosos sujetos que quizá sin ellos hubiera llegado más rápido pero que sin embargo no hubiera aprendido a sobrevivir ni las técnicas de lucha que me enseñaron.

Bajo las cuevas de rocas de gigantescas quebradas que siempre permanecían heladas pasé quizá los inviernos más duros de mi vida, la lluvia caía por goterones y no me quedaba más opción que soportar las picaduras de insectos que quizá conocían mi inminente destrucción de mi alma. Comer era una palabra que se me estaba olvidando y que la rudeza de mis puños y de mi actuar sería el secreto para no caer rendido ante la soledad de esos grises parajes.

No todo fue tan malo, caminando por unos campos donde el sol alumbraba con suave ternura los cabellos y la piel de tu cara, encontré a un joven que reposado sobre la sombra de un árbol interpretaba una acogedora canción con su flauta doble que creo me despertó el ánimo de proseguir mi camino, más no podía mi cansancio resistir sobre todo la sed que tenía…

- Discúlpame si te molesto – le dije impetuosamente mientras tocaba esa canción.

Paró de tocar, y desvió la cabeza hacia un lado del árbol donde me encontraba.

- Buenos días viajero – me dijo esbozando una pequeña mueca – ¿qué lo trae por estos lares con harapos tan roídos?.

- Mi nombre es Matusalén, y quisiera pedir algo de agua si no te importuno.

Curiosamente este joven al terminar de oir lo que le dije como sujeto de un resorte se paró y me dijo entre titubeos.

- ¿Tú eres Matusalén, el titán de que se habla en todo Osiris?, pues hola, yo soy Sejtuan, un aprendíz de caballero que un día espero serlo.

Sorprendido yo de su curiosa acotación y sin saber que responder repito, ¿me convidas algo de agua por favor?

- Jajá, claro sigueme…

El interesante ímpetu del joven Sejtuan hizo ver algo en Matusalén que no había visto en otras personas… y luego de haberle contado su propósito se me unió a este viaje para comenzar a unir una legión de valientes y leales camaradas.

- Así empezó el tan glorioso clan que todos llamamos Victoria.

- ¿Pero por qué abuelo?

- Pues porque esta legión de hombres y mujeres valientes son los que destruirán la maldad que se va a levantar en el continente de Osiris y porque son guiados por las fuerzas de los antepasados más poderosos de Randol, los cuales los guiarán a la Victoria.